viernes, 16 de noviembre de 2012

Quedarte sin trabajo: de la Desesperanza a la Esperanza



Adaptarse a una nueva rutina, analizar tu recorrido profesional y mantener un buen ánimo, son algunas de las claves para este momento profesional.
Quedarse sin trabajo cambia bruscamente nuestra vida cotidiana, provocando a menudo desconcierto e inseguridad. A la larga, además, puede acabar por sumergirnos en el desánimo.

Pese a ello, este momento debe vivirse como una etapa de cambio y desarrollo en la cual debemos adaptarnos a una nueva realidad y comenzar a trabajar para cambiarla.

Este momento requerirá esfuerzo, paciencia, flexibilidad, activar contactos y analizar nuestro pasado profesional de manera exhaustiva y sincera.

Más allá, será fundamental mantener un estado de ánimo optimista, dentro de la situación de crisis, factor clave para detectar y aprovechar las oportunidades que se te presenten.
Con el fin de gestionar nuestras emociones podemos recurrir a profesionales (psicólogos, coaching …), acudir a sesiones de motivación o algo tan sencillo como dialogar con amigos, familiares...

Debemos ponernos en forma física y emocionalmente, aumentar nuestra energía, y prepararnos para la búsqueda. Hay muchas cosas que hacer: un merecido descanso, reflexionar sobre tu trayectoria, mirar al futuro, investigar el mercado, actualizar CVs, recopilar información en el mercado laboral, quizás formarse, viajar, aprovechar para hacer todas esas cosas que no pudiste hacer, buscar ofertas sin descanso, analizarlas, volver a revisar tu CV, estar con los tuyos, hacer deporte, leer...

No es un camino fácil, pero si se afronta con la actitud adecuada estará lleno de descubrimientos. Al otro lado, te espera una oportunidad para ganarte la vida y ser feliz.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La crisis económica afecta a la salud mental de los españoles y, especialmente, a las mujeres trabajadoras.



La crisis económica y financiera por la que atraviesa España está afectando ya a la salud mental de los ciudadanos y, especialmente, de las mujeres con un puesto de trabajo fijo. Ellas son las que tienen una percepción "más negativa" de su salud, presentan más síntomas y buscan ayuda profesional con una mayor frecuencia.   

 La coyuntura actual ha provocado que uno de cuatro trabajadores sufra de estrés laboral y que las pérdidas de trabajadores por cuenta ajena y empresarios se pueda cuantificar en el año 2011, según un informe del Instituto Nacional de Estadística, en torno a un 9 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

  Actualmente está emergiendo una nueva "psicopatología" centrada en las distintas formas de estrés en el trabajo y que, además, se ha sumado a los problemas desadaptativos vinculados a la pérdida del trabajo y al paro de larga duración.

   No obstante, estas patologías no se vinculan con una determinada clase social, ni con los niveles de renta, sino que pueden afectar a cualquier persona a lo largo de su vida laboral. Un hecho que obliga a repensar el significado actual del trabajo de las personas en relación a su salud y calidad de vida. Sin embargo, sí existe una distinción entre sexos ya que las mujeres con trabajo, al contrario que los hombres, tienen más riesgo de padecer una mala salud mental que la que está en el paro.

   "El número de casos que llegan a la consulta como consecuencia de malestares derivados de problemas de estrés en el trabajo es superior a la de todos los pacientes atendidos por presentar síntomas psicóticos y muy similar a la suma de los casos derivados por consumo o abuso de alcohol y por anorexia nerviosa".    

   En cuanto a las consecuencias sobre la salud de los conflictos laborales, los expertos las diferencian en dos ejes. Uno que se relaciona con el sobreesfuerzo laboral continuado y en el que las condiciones psíquicas del sujeto juegan un papel en el fracaso de su equilibrio psíquico, y otro en donde es prioritaria la violencia ejercida sobre la persona en su trabajo y en el que las propias condiciones, por sí mismas, pueden acabar rompiendo la seguridad y el equilibrio psíquico de las personas expuestas.

   Asimismo, en los casos extremos los afectados pueden llegar al suicidio. "Distintos estudios han establecido un aumento del índice de conductas suicidas en periodos de recesión económica, por su impacto sobre el desempleo y empleo precario y, habitualmente, sobre la reducción generalizada del nivel de protección social".    

LOS DESEMPLEADOS SIN DERECHO A PARO TIENEN UN RIEGO MAYOR
   Por otra parte, el riesgo de padecer un problema psíquico es cinco veces mayor en desempleados sin derecho al desempleo que en los activos, mientras que en aquellos con derecho a desempleo la relación con los activos se queda en dos veces mayor.
   Además, en el caso de los parados de larga evolución, se observa un rápido deterioro de la salud percibida, tanto física como mental, especialmente entre los 3 y los 6 meses, en base a la pérdida brusca de aportes psicosociales como, por ejemplo, la disponibilidad económica, la seguridad física, las habilidades laborales, la imposibilidad de predecir y planificar el futuro y pérdida de estatus social.
   No obstante, suele haber una cierta estabilización a partir de entonces con un pico entre los 7 y 12 meses. Asimismo, pasado un año se entra en una fase de mayor adaptación y acomodación a la situación con leves mejorías entre los 12 y los 24 meses. En cuanto al problema del empleo precario, puede llegar a ser más lesivo en términos de pérdida de bienestar --psíquico-- que el propio desempleo, como demuestran distintos estudios. 

TERAPIAS
   Para solucionar estos problemas, los expertos recomiendan explicar al paciente los límites de la actuación sanitaria y psicoterapéutica sobre un conflicto real de la vida del paciente, ayudarle a hacer una valoración e interpretación realista de su situación y a valorar las posibilidades de actuación frente al conflicto laboral y también sus alternativas.
   También es recomendable ayudar al enfermo a tomar conciencia del carácter no equidistante del conflicto ya que va a ser mayor siempre el desgaste sufrido por el individuo-trabajador que el de la empresa-organización, y a utilizar técnicas específicas que hayan demostrado su capacidad para ayudarle a afrontar problemas de su vida cotidiana y de su actividad laboral conflictiva, tales como el entrenamiento en habilidades de afrontamiento, el entrenamiento en establecimiento y consecución de acuerdos o la psicoterapia grupal de tiempo predeterminado y objetivos definidos.
   Asimismo, se recomienda ayudar a paciente a controlar mejor los efectos psico-físicos del estrés, mediante entrenamiento en relajación, a  establecer formas de compensación frente al estrés laboral dentro de su entorno habitual mediante la realización de actividades físicas relajantes y otras facilitadoras de apoyo emocional por parte de su entorno.
   Por último, los expertos abogan por ayudar al enfermo en la consolidación de respuestas victimistas y no favorecer actitudes tendentes a la pasividad y a convertir en una forma de beneficio secundario el apoyo del sistema sanitario, ni tampoco a favorecer medidas ni actitudes de revancha frente al dolor que se le ha producido.