El prejuicio
constituye una característica humana de larga data, al igual que otros
fenómenos como la violencia
y la exclusión. Las personas no escapamos a esta característica; sin embargo,
sí existen diferencias individuales y grupales al respecto.
A
lo largo de la historia
han habido grandes variaciones en la manera de expresar el prejuicio, a medida
que la sociedad
se ha vuelto más consciente de los derechos fundamentales de
las personas y de la forma de respetarlos. El silencio ya no es una respuesta
de la sociedad ante el prejuicio y la discriminación,
lo cual tiene una contraparte positiva y otra negativa, como el prejuicio
encubierto (prejuicio moderno).
Los
múltiples estudios existentes en el mundo en relación al prejuicio, expresan el
creciente interés
por profundizar el tema, especialmente en países como Estados Unidos, donde las
brechas sociales y culturales son evidentes en relación a la raza. En el Perú,
el prejuicio y la discriminación
también son temáticas de gran importancia en la medida en que el problema se
expresa en distintos ámbitos, no sólo vinculado con la raza y la etnia,
sino también la religión,
la orientación sexual y la estética.
Recordando que nuestro país es multicultural, la situación se complejiza.
Aunque no nos guste reconocerlo, todos tenemos
prejuicios. Un simple vistazo a la vestimenta de una persona, su color
de piel o su edad nos sirven para que nos construyamos una imagen mental sobre
ella. Y lo más normal es que estemos cometiendo un grave error.
Para luchar contra esta realidad, y de paso seguir en su línea de transmitir buen rollo, Coca-Cola ha llevado a cabo un experimento tan sencillo como efectivo. Han ‘encerrado’ a varios voluntarios en una sala, les han mostrado imágenes de diferentes personas y les han pedido a continuación que den su opinión sobre ellas.
El primero de ellos es un
joven negro, con musculosos brazos y un pañuelo en la cabeza. El
encargado de juzgarle es un señor mayor que se imagina que puede ser “un
artista”, o “un gamberro que por las noches se dedica a delinquir”,
“alguien que no integra en la sociedad”.
Los otros no salen mucho mejor parados. Un voluntario con chupa de cuero y poblada barba es percibido como “violento y agresivo”. Y una anciana con frágil apariencia es calificada de mujer débil, poco activa, que le gusta tejer y chapada a la antigua.
Como era de esperar, estas tres personas son justo lo contrario: el primero de ellos es informático, el otro es monitor infantil y la abuelita es nada menos que una marchosa DJ. Para darle mayor énfasis a la ‘encerrona’, cada uno se lo explica directamente a las personas que les habían prejuzgado.
El mensaje que quiere transmitir la marca con esta acción es que tardamos pocos segundos en sacar conclusiones precipitadas sobre el prójimo, y que deberíamos dedicar algo más de tiempo a conocerles. ¿Conseguirán que la gente lo aplique en la vida real?
Los otros no salen mucho mejor parados. Un voluntario con chupa de cuero y poblada barba es percibido como “violento y agresivo”. Y una anciana con frágil apariencia es calificada de mujer débil, poco activa, que le gusta tejer y chapada a la antigua.
Como era de esperar, estas tres personas son justo lo contrario: el primero de ellos es informático, el otro es monitor infantil y la abuelita es nada menos que una marchosa DJ. Para darle mayor énfasis a la ‘encerrona’, cada uno se lo explica directamente a las personas que les habían prejuzgado.
El mensaje que quiere transmitir la marca con esta acción es que tardamos pocos segundos en sacar conclusiones precipitadas sobre el prójimo, y que deberíamos dedicar algo más de tiempo a conocerles. ¿Conseguirán que la gente lo aplique en la vida real?