miércoles, 26 de agosto de 2015

La pregunta trampa que pone en evidencia la avaricia humana

Un profesor de la universidad de Maryland trata de ayudar a sus alumnos desde 2008 para que aumenten su nota final con una pregunta extra, aunque sólo una clase en siete años lo ha logrado.

El camino de la evolución del ser humano tiene ante sí, y desde el principio, uno de los mayores obstáculos que le impide y le impedirá avanzar y mejorar: el propio ser humano. El egoísmo humano se interpone en todas las decisiones, haciendo imposible imaginar una situación en la que el colectivo se sobreponga a lo individual. Esto mismo parece querer demostrar un profesor de la universidad de Maryland que, con una pregunta trampa, evidencia lo que antaño ya afirmaba el filósofo Thomas Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre.

El doctor Dylan Selterman, profesor de psicología de la universidad estadounidense, trata de ayudar a todos sus alumnos desde 2008. En sus exámenes, Selterman incluye desde entonces una sencilla pregunta extra, que ofrece la oportunidad de subir la nota final. Los alumnos, al empezar a leer el enunciado de ésta, se muestran agradecidos y algo aliviados por el regalo, pero antes de acabar la pregunta, sus caras se tuercen en una mueca al ver que el regalo está envenenado.

La pregunta trampa propone lo siguiente: “Aquí tiene la oportunidad de ganar algunos puntos extra en la nota final. Seleccione si desea 2 ó 6 puntos extra a su calificación final. Pero, hay una pequeña pauta: Si más del 10% de la clase selecciona la casilla de los 6 puntos, ninguno de ustedes obtendrá ningún punto”.

“He estado incluyendo esta pregunta cada semestre desde la primera vez que enseñé a nivel universitario, en 2008”, apuntó Selterman a ABC 7 News. No es sorprendente descubrir que, desde entonces, sólo una clase ha logrado los dos puntos extra, mientras que todas las demás se han quedado a las puertas, superando siempre el límite impuesto por el profesor de psicología. De nuevo, el egoísmo y la avaricia pasan por encima del bien colectivo e impiden al grupo evolucionar.
El profesor explica que la pregunta no fue idea suya, sino que la tuvo que responder él en un examen en su época de alumno en la Universidad Johns Hopkins. “Entonces, yo escogí la opción de puntos más baja, pero más de un diez por ciento escogió la más alta. Me enfadé mucho con mis compañeros”.
De forma sutil y muy didáctica, el ejercicio disfrazado de pregunta trampa pretende enseñar a los alumnos cómo la acción de grupo afecta a cada individuo. Con ello, Selterman ejemplifica la tragedia de los comunes, un dilema descrito por Garret Hardin en 1968.

La Tragedia de los comunes describe una situación en el cual varios individuos, motivados sólo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, destruyen un recurso compartido limitado aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les conviene que tal destrucción suceda. El egoísmo, la avaricia y la individualidad tienden a vencer en la gran mayoría de los casos al bien común y al conjunto.

Esta idea complementa a la teoría de juegos de John Nash, un área de la matemática aplicada que utiliza modelos para entender la toma de decisión y la interacción entre quienes deciden. El ejemplo clásico de esta teoría de juegos es el de la decisión del prisionero, que plantea cual sería la decisión de dos prisioneros a los que se les plantea reducir su pena si inculpan al otro, aumentarla si se inculpan entre ambos o mantenerla baja si no inculpan a nadie. En este modelo, el destino de cada individuo depende de las acciones del otro. Individualmente, confesar sería la mejor opción, pero si ambos lo hacen el castigo es peor que si ambos callan.

La pregunta, pese a llevar siete años en los exámenes del profesor de psicología, se ha hecho viral en 2015. Una alumna tuiteó una imagen de la cuestión y logró más de 6.000 retuits en poco tiempo.

Para evitar el escarnio que sufren sus clases y el castigo colectivo, algunos estudiantes han pedido a Selterman que sólo quite los puntos a aquellos que escogen la opción con más puntuación. Él, sin embargo, ha rechazado la opción porque la lección perdería todo el sentido. “Si demasiadas personas abusan de un recurso común, todo el grupo sufre. Sus acciones afectan a los demás, y viceversa”. ¿Logrará el ser humano reconocer ser su propia piedra en el zapato y cambiar?

miércoles, 19 de agosto de 2015

¿CÓMO AFRONTAR EL MIEDO?




Cuando somos pequeños tenemos muchos temores, en gran parte porque el mundo nos parece inmenso y a veces las cosas que no conocemos nos asustan un poco. Cuando vamos tomando conciencia de estos miedos, pensamos que poco a poco irán pasando, que con los años se atenuarán.

Sin embargo, no es así. Muchas de las personas que le tenían miedo a la oscuridad cuando eran niños continúan temiéndole de adultos. Muchas de las niñas que le temían a las ranas continúan manifestando este temor incluso si ya son adultas.

El problema es muy sencillo: la mayoría de los miedos no desaparecen por sí solos, es necesario trabajar sobre su causa. No basta con saber que es un temor irracional, es importante trabajar sobre el miedo. Por eso, te propongo que sigas estos sencillísimos pasos. Antes de comenzar, te aconsejo que te sientes en un lugar tranquilo, donde nadie te pueda molestar. 

Tres pasos para eliminar el miedo

1. Siente el miedo. Cuando experimentamos temor nuestro primer impulse es el de escapar, queremos que el miedo simplemente desaparezca porque nos hace sentir mal. No obstante, si enfrentamos la sensación de miedo de una vez y por todas, nos daremos cuenta de que no es tan horrible como suponíamos. De hecho, a menudo toda la película que corremos en nuestra imaginación es mucho peor que la realidad.

2. Conviértete en un observador. Imagina que eres otra persona, alguien que no siente ese miedo. Mírate como si fueras otro, ¿qué ves? Si logras ensimismarte en el rol de un observador externo, el miedo desaparecerá por sí solo y te darás cuenta de lo irrisorio de la situación. Finalmente podrás comprender a nivel emocional que se trata de un miedo ilógico, sin ninguna base.

3. Busca las causas del miedo. Aunque probablemente tienes en los labios el sabor de la victoria, debes saber que un miedo que has estado arrastrando durante años no se elimina tan fácilmente. Por eso también es importante que trabajes en las raíces del temor. Excava en tu mente planteándote preguntas como: ¿cuándo fue la primera vez que sentí el miedo? ¿a qué se debió? ¿qué factores han fortalecido el miedo a lo largo del tiempo? 

Te asombrará descubrir que los factores que dieron lugar a tu temor ya no existen o no son válidos para tu realidad actual. Sin embargo, en muchas ocasiones, es como si nos olvidásemos de actualizar esa parte de la memoria, que continúa alimentando un miedo del todo injustificado.

Finalmente, vale aclarar que este pequeño y sencillo ejercicio deberás repetirlo varias veces, hasta que sientas realmente que el miedo se ha ido por completo. No te desanimes, recuerda que has pasado años alimentando ese temor y que eliminarlo no será algo que puedes hacer de la noche a la mañana.