¿Te muerdes las uñas? Si es así, no estás solo, comerse las
uñas es un hábito bastante común. La onicofagia, que es el nombre que se le da
a este acto, es mucho más usual de lo que podrías imaginar ya que afecta al 45%
de los niños y a un 10% de los adultos.
Sin embargo, el problema de comerse las uñas no es meramente
estético. Por ejemplo, se ha apreciado que los niños que padecen onicofagia
tienen más dificultades para desarrollar sus habilidades sociales. También se
conoce que el mordisqueo continuo provoca microtraumatismos que dañan el lecho
ungueal y terminan afectando el crecimiento normal de la uña. Además, generan
dolor e inflamación en el dedo, a la vez que aumentan las probabilidades de
contraer hongos.
La onicofagia también puede provocar desgaste en los dientes
y, cuando se mantiene a lo largo del tiempo, incluso puede dar lugar a una mala
oclusión de los dientes anteriores. Además, cuando la persona no solo se muerde
las uñas sino que también las ingiere, existe el riesgo de destrucción alveolar
y de sufrir daños en el aparato digestivo.
Comerse las uñas también tiene consecuencias a nivel
psicológico. Esta persona no solo experimenta un fuerte sentimiento
de culpa sino que a menudo piensa que no es capaz de controlar sus
impulsos, como resultado, su autoestima se afecta y pierde la confianza en sí
misma.
El principal problema es que el deseo de dejar de comerse
las uñas provoca más tensión y ansiedad, agravando así el cuadro. De hecho, se
ha podido apreciar que la onicofagia es más común cuando la persona atraviesa
por situaciones de estrés, nerviosismo o insatisfacción.
¿Cómo dejar de comerse las uñas?
Ante todo, es importante que comprendas que comerse las uñas
es un hábito, y un hábito no es más que un comportamiento aprendido. De hecho,
algunos niños comienzan a morderse las uñas para imitar a alguien.
En otros casos, el hábito empieza de manera inconsciente, ya
sea porque la persona estaba aburrida o porque se sentía nerviosa. En ese
momento, comerse las uñas se convierte en una válvula de escape, el cerebro
asocia ese comportamiento con algo positivo, que permite liberar la ansiedad y
por eso, la persona continúa mordiéndose las uñas.
Por supuesto, existen diferentes tipos de hábitos. En vez de
hacer referencia a hábitos “positivos” y “negativos”, es mejor hablar de
hábitos funcionales, que nos ayudan a desenvolvernos mejor en nuestro día a
día, y hábitos disfuncionales o desadaptativos, que nos causan problemas.
Obviamente, comerse las uñas se puede convertir en una
patología, puede dar lugar a una dependencia patológica que la persona no puede
manejar y que limita su vida. En esos casos, es muy difícil abandonar ese
hábito sin la ayuda de un profesional que vaya guiando tus pasos. Sin embargo,
si se trata de un hábito que aún no ha adquirido estas proporciones, es
probable que puedas eliminarlo siguiendo estos pasos.
1. Propóntelo de verdad
Puede parecer una verdad de perogrullo pero hay personas a
las que el hábito de comerse las uñas no les provoca una molestia real. En esos
casos, no existe un compromiso con el cambio porque no se experimenta una
necesidad urgente de eliminar ese hábito. De hecho, en algunos casos comerse
las uñas puede reportar un alivio de la ansiedad tal que, al colocarlo en una
balanza, la persona prefiere continuar manteniendo ese hábito en vez de
esforzarse por eliminarlo. Por supuesto, ese mecanismo no siempre se hace
consciente, por lo que es importante que escudriñes dentro de ti y te preguntes
si realmente quieres dejar de comerte las uñas. Si es así, debes asumir un
compromiso contigo mismo.
2. No intentes evitar el deseo de comerte las uñas
A primera vista puede parecer un contrasentido pero intentar
suprimir el deseo de comerse las uñas simplemente no funciona. Cuando
intentamos suprimir una sensación o un pensamiento de nuestra mente, se activa
un proceso de autovigilancia que nos lleva a pensar aún más en la idea que
queremos apartar, es lo que se conoce como “efecto rebote”. Por tanto, no te
focalices en eliminar el deseo de morderte las uñas, en su lugar, busca un
“hábito sustituto”.
3. Crea un nuevo hábito
La forma más sencilla y fácil de modificar un hábito es
colocar en su lugar uno nuevo, que sea más productivo y funcional. Por ejemplo,
si quieres eliminar ese bocadillo que comes a mitad de mañana, debes apostar en
su lugar por comerte una manzana o por hacer una pequeña caminata. Sin embargo,
si solo eliminas el bocadillo y no creas un hábito más saludable en su lugar,
muy pronto volverás a la vieja costumbre. Obviamente, elegir un hábito
saludable es fácil, lo difícil es ponerlo en práctica.
En este sentido, puedes usar uno de los ejercicios más
eficaces que propone la PNL para cambiar hábitos y que se denomina “swish”.
Básicamente, se trata de que imagines que estás a punto de comerte las uñas.
Mira esa escena en primera persona y concéntrate en las sensaciones que
experimentas justo cuando estás a punto de llevarte las uñas a la boca.
Después, cambia la escena, imagina que estás haciendo otra cosa, como meter las
manos en los bolsillos, y mírate desde fuera, como un espectador externo.
Imagina que estás tranquilo y sereno, que tienes el control.
Repite este ejercicio varias veces y, mientras cambias la
imagen, haz un pequeño sonido: “swish”. Ese sonido te servirá en otras
ocasiones como conexión, para que logres calmarte cuando estás a punto de
comerte las uñas. En práctica, se trata de crear una conexión automática con un
estado de bienestar, de manera que no cedas a la compulsión.
4. Usa señales visuales
Un estudio realizado en el Instituto Tecnológico de Israel
demostró que las señales visuales son muy útiles para dejar de comerse las
uñas. Estos psicólogos trabajaron con 80 personas que padecían onicofagia. La
mitad de ellas fue sometida a una terapia aversiva tradicional, mientras que la
otra mitad utilizó recuerdos visuales no removibles. Al cabo de cinco meses se
pudo apreciar que las personas que usaban las señales visuales obtenían mejores
resultados.
Este método es particularmente eficaz para quienes se comen
las uñas de manera automática, sin darse cuenta, pero tienen un buen
autocontrol. De hecho, se trata de buscar una señal visual que nos recuerde que
no debemos mordernos las uñas. Puede ser pintarse las uñas de un color intenso
o incluso llevar un brazalete. La idea es que cuando estés a punto de llevarte
las uñas a la boca, veas la señal de advertencia e interrumpas ese gesto de
manera consciente.
5. Rompe la estructura
Una técnica muy eficaz para dejar de comerse las uñas es
hacerlo de forma sistemática. Se trata de un método propio de la Psicología
Inversa en el cual, el objetivo es precisamente, morderse las
uñas.
En práctica, puedes darte vía libre, con la condición de que
te muerdas las uñas siguiendo un orden, primero el dedo meñique, luego el
anular y así sucesivamente. Cuando lo hagas, te resultará muy extraño. De
hecho, mientras más raro sea, mejor, porque se trata de insertar un orden en un
hábito que no es estructurado. De esta forma, es como si introdujeras una bomba
dentro del hábito, para que explote desde el interior.
Debes repetirlo varias veces, hasta que llegue un momento en
que te resulte tan extraño, que llega a ser desagradable. La mayoría de las
personas abandona el hábito rápidamente, por lo que se trata de una técnica muy
eficaz. No obstante, si después de un tiempo prudencial (dos semanas) notas que
no funciona, es mejor que la abandones y optes por otra estrategia.
6. Presta atención al contexto
La onicofagia se alimenta de la ansiedad y el desequilibrio
emocional. Por eso, es importante que además de poner en práctica diferentes
técnicas que te permitan controlar ese hábito, también trabajes en tu contexto.
Si logras eliminar algunos de los estresores cotidianos, estarás allanando el
camino. De hecho, a menudo las cosas que más nos estresan no son los grandes
problemas sino las pequeñas preocupaciones cotidianas. Aprender técnicas de
relajación y afrontamiento del estrés no solo será beneficioso para
dejar de comerse las uñas sino también para mejorar tu calidad de vida.
Además, es conveniente que le prestes atención a los
estímulos que suelen disparar ese hábito. A menudo las personas se muerden las
uñas cuando están delante del televisor, mientras leen o justo antes de hacer
una presentación. Debes prestarle atención al contexto ya que encontrarás
señales que disparan el hábito, en esos casos, es conveniente evitar esos
estímulos.
7. Monitoriza los progresos y felicítate
A menudo la onicofagia es un problema asociado al
perfeccionismo. Muchas de las personas que se comen las uñas se someten a sí
mismas a un gran estrés porque quieren obtener resultados impecables. Estas
personas suelen mantener un diálogo muy negativo consigo mismas, un diálogo
interior marcado por los reproches. Sin embargo, si quieres lograr cambios
positivos en tu vida, más que blandir el látigo contra ti mismo, es mejor que
aprendas a recompensarte y sentirte satisfecho con tus logros, por pequeños que
sean.
Al intentar cambiar un hábito, habrá momentos en que pierdas
la motivación, por eso es importante que monitorices tus progresos. Una
estrategia muy sencilla consiste en tomar fotos de tus manos, para que puedas
ir notando los progresos. De esta forma, podrás apreciar los cambios después de
una semana o de 15 días. Entonces, felicítate por lo que has logrado y date un
pequeño capricho. Recuerda que el niño que llevas dentro también necesita
palabras de apoyo y palmaditas en la espalda.