Una crianza en la que no se ponen normas a los niños y niñas es fuente de futuros problemas.
Ser
padres no es una tarea fácil, es habitual dudar constantemente de si
se está siendo demasiado permisivo o demasiado estricto en cuanto al
comportamiento de los hijos. No obstante, como padres se debe ejercer
un grado de autoridad que puede variar según el contexto.
¿Cómo son las familias permisivas?
Existen
diferentes formas o estilos de crianza
a los que los padres
pueden optar según sus características personales, prioridades
vitales o según el entorno que les rodea.
Estos tipos de
estilos son la crianza autoritaria o la democrática, en la que
existen una serie de normas y reglas de crianza más o menos rígidas,
o el estilo de crianza permisivo, el cual nos ocupa, y que se
caracteriza por dejar
un gran margen de libertad al comportamiento de los hijos e hijas
jóvenes.
No obstante, no se
trata de dejar que los hijos sigan su instinto, ignorándolos o no
preocupándose por sus necesidades. Los
padres y madres miembros de familias permisivas tienden a ser muy
afectuosos,
mostrando siempre sus
emociones y pensamientos a los hijos.
En esta línea,
otro punto que caracteriza a estas familias es la fluidez en la
comunicación entre sus integrantes; llegando en ocasiones a ser
excesiva en cuanto al nivel de adecuación de cierta información. Es
común, que se trate a los hijos como iguales, independientemente de
su edad, lo que en ocasiones precipita conversaciones o declaraciones
desproporcionadas para su edad y para su capacidad de razonamiento.
Características de los hijos
En comparación con
los hijos criados en otro tipo de entorno o con otro tipo de crianza,
los hijos de familias permisivas tienden a ser más joviales y
alegres; al menos inicialmente. Sin embargo, con el tiempo
tienen
a desarrollar una baja autoestima
debido a no saben enfrentarse a tareas adecuadas a sus capacidades.
Además, el hecho
de haber sido criados sin ningún tipo de esquemas o guías para la
interacción social presentan muchos problemas a la hora de
comunicarse o relacionarse con otras personas, siendo demasiado
insistentes y, en ocasiones, algo descontrolados.
Llegados a la
adolescencia, una etapa ya de por sí difícil para cualquier niño,
tienden
a transgredir cualquier tipo de norma social,
realizando una búsqueda constante de límites externos.
Errores de crianza en familias permisivas
Los padres son ante
todo personas, y como tal son susceptibles de llevar a cabo ciertos
errores permisibles en la educación de sus hijos. No obstante,
existen estilos de crianza, como el de las familias permisivas, que
tienden a presentar más errores o desventajas que otros en los que
sí se aplican un mínimo de normas en el niño.
Estos errores de
crianza tienen que ver con el hecho de conceder cualquier deseo que
demande el niño en cualquier momento, la asociación del sentimiento
de felicidad con la satisfacción de estos deseos, la falta de
aceptación de algunas emociones como la decepción o la tristeza
y
una mengua en el amor propio del niño o niña.
1. Conceder todos los deseos del hijo
Otorgar
a los hijos cualquier deseo o demanda que estos expresen puede
suponer el desarrollo y potenciación de una baja tolerancia a la
frustración, en tanto en cuanto estos deseos solamente son resueltos
en casa.
En
el momento en el que el niño descubra que no siempre va a poder
obtener todo aquello que desee, la
frustración puede convertirse en irritabilidad, agresividad y baja
autoestima,
y además, no será capaz de entender los límites y las figuras de
autoridad presentes en otros ámbitos externos.
Estos
deseos pueden ir desde querer jugar más horas de las establecidas,
acostarse a altas horas de la noche, ver ciertos programas de
televisión o incluso querer que los padres le compren cualquier cosa
o le lleven a cierto lugar.
2. Asociar felicidad con la satisfacción de los deseos
Estos
niños tienden a creer que el resto de personas tienen la obligación
de cumplir sus anhelos o deseos, dado que es prácticamente lo único
que conocen. Por lo tanto, vivirán con una necesidad constante de
conseguir algo puesto que esto
es lo único que le aportará felicidad.
Además,
a la larga esto afectará a la relación entre padres e hijos puesto
que, seguramente, en algún momento estos padres no podrán acaparar
todos los deseos de estos.
3. Intolerancia a ciertos sentimientos y emociones
Cuando
el niño aprende a vivir rodeado de sentimientos satisfactorios y sin
ningún tipo de contacto con emociones menos gratificantes, pero
necesarias para el buen funcionamiento psicológico, se
elimina la tolerancia a los sentimientos negativos como la tristeza o
la decepción.
Este
hecho conllevará que el niño intente, por todos los medios
posibles, no experimentar estas emociones puesto que para él serán
absolutamente insoportables.
Como
consecuencia, es muy probable que acabe llevando a cabo
comportamientos destructivos y perjudiciales para él mismo.
4. Falta de disciplina, autocontrol y autoestima
Los
niños criados en entornos sin ningún tipo de disciplina, no serán
capaces de desarrollar la habilitar de establecer unos límites
propios y por lo tanto, tanto en la adolescencia como en la madurez
experimentarán serias dificultades para conseguir sus metas u
objetivos; puesto que la
disciplina y el autocontrol serán algo ajeno a ellos.
Estos
problemas en la autorregulación y en la consecución de objetivos
propios, también ejercerán un impacto negativo en la autoestima de
la persona. Mermando su capacidad para valorarse positivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario