Los casos de ansiedad y depresión han aumentado hasta un 18%
en los últimos años.
Ansiedad,
insomnio, depresión…
Estas son las enfermedades que más se repiten últimamente en las consultas de
los psicólogos.
Y diversos estudios apuntan a la crisis y sus consecuencias como los
principales motivos que han hecho aumentar el número de pacientes, tal y como
revelan diversos estudios.
Por
ejemplo, un estudio realizado por dos profesores de Psicología de la Universidad de las Islas Baleares (UIB)
junto con expertos de las universidades de Cambridge, California
y la London School of Hygiene and
Tropical Medicine, determina que, entre 2006 y 2010, los casos de ansiedad
en España han aumentado un 8%, los de depresión un 18% y el abuso de alcohol ha
crecido un 5%.
Unas
cifras que, en ámbitos más reducidos, ratifica una investigación efectuada en
diferentes centros de salud mental de
adultos y servicios sociales
de atención primaria de varios municipios de Barcelona con la que se ha
intentado medir el impacto de la crisis en la salud mental.
Así,
los profesionales participantes –psicólogos, psiquiatras, enfermeras,
trabajadores sociales y educadores- indicaron que en 2012 se ha producido un aumento
del 45% en la demanda de servicios sociales y de salud mental. Además de
que el 18% de las personas atendidas reconocían que su problema repercutía
directamente en familiares y seres más cercanos, por lo que se prevé que las
solicitudes de ayuda sigan creciendo casi como si se tratase de un efecto
dominó.
No
en vano, los profesionales confirman que la pérdida del trabajo supone, no sólo un problema grave a la hora de
hacer frente a los pagos imprescindibles para vivir, sino también una pérdida de las rutinas, de un espacio
donde se comparten experiencias fuera del hogar y, por supuesto, del estatus social.
Unas
circunstancias que afectan especialmente a los hombres, y sobre todo en la franja de edad entre los 45 y los 55
años, cuando también la incertidumbre de poder volver al mercado laboral o no,
así como la responsabilidad, muchas veces inconsciente, que asumen como cabezas
de familia, les lleva a una sensación
de fracaso y desesperanza absoluta.
Si
estas condiciones se agravan, además, con el abandono del cónyuge o el deterioro
de las relaciones familiares, la depresión pueden derivar, incluso, en pensamientos suicidas. De hecho, y aunque la
tasa de suicidios en España no está alcanzando los niveles de países como
Grecia o Portugal, desde el Colegio de
Psicólogos de Valencia especifican que se ha convertido en la primera
causa de muerte violenta, por delante de los accidentes de tráfico.
Una
situación que parece confirmar la ecuación formulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recuerda que un aumento del 1%
en los índices de paro conlleva un incremento del 0,8% en el número de
suicidios.
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