Cuando somos pequeños vivimos en el aquí y ahora. Sin
embargo, a medida que vamos creciendo nos empezamos a preocupar por el futuro.
Y poco a poco, casi sin darnos cuenta, esas preocupaciones se adueñan de
nuestra mente, hasta tal punto que nos impiden vivir el momento presente.
De hecho, la sociedad impulsa y recompensa ese tipo de
pensamiento. Y las personas que nos rodean nos animan a desarrollarlo con
frases como “debes pensar en tu futuro” o “ahorra para el mañana”.
Obviamente, no tiene nada de malo ser previsores y mirar al
futuro antes de tomar una decisión importante. De hecho, es imprescindible
hacerlo, pero en su justa medida. El problema comienza cuando el miedo al
futuro maniata el presente, cuando los temores y las preocupaciones nos impiden
vivir.
¿Cómo saber si estás viviendo en el
futuro?
Existen algunas señales que indican que no estás viviendo en
el presente, que tu mente está viajando por el futuro, probablemente inventando
problemas que no existen:
- Te preocupas constantemente por problemas que aún no han
ocurrido.
- Exageras las consecuencias de tus actos, hasta tal punto
que estas se convierten en un auténtico drama.
- Te agobias por situaciones que probablemente nunca ocurrirán
y las revives una y otra vez en tu mente.
- Vives en un estado de expectación constante, a la espera
de que ocurra algo negativo.
- No tomas decisiones porque esperas una “señal del futuro”,
lo cual genera una gran tensión y estrés ya que vives en la incertidumbre.
- Crees que solo serás feliz cuando se cumpla esa meta que
te has propuesto.
- Te sientes desdichado pero no haces nada para solucionarlo
pues tienes la secreta esperanza de que en el futuro todo se arreglará como por
arte de magia.
El futuro es incierto, acéptalo
Las personas que viven en el futuro tienen un grave
problema: no son capaces de aceptar la incertidumbre. La imposibilidad de saber
a ciencia cierta qué puede pasar les atormenta, por eso intentan perfilar todo
tipo de hipótesis que les ayude a estar preparadas para lo que puede ocurrir.
Sin embargo, lo cierto es que el futuro tiene un gran
componente de incertidumbre. Y cuanto antes lo aceptemos, mejor. Cada pequeña
decisión que tomamos puede conducirnos en una dirección o en otra. Y no siempre
depende de nosotros.
Abrazar la incertidumbre, asumirla como una sorpresa o un
desafío, nos permitirá liberarnos de esa ansiedad que suele generar lo
desconocido, y nos ayudará a vivir plenamente el aquí y ahora.
Por supuesto, no se trata de dejar de pensar en el futuro
porque siempre tendremos que hacer planes y pensar en las posibles
consecuencias de nuestras decisiones, sino de aprender a lidiar con esta
perspectiva asumiendo una actitud más relajada. Se trata de aprender a fluir y confiar más
en el curso de la vida.
La mayor recompensa: El presente
Cuando nos desatamos de las ataduras del futuro obtenemos
una gran recompensa: el presente. Nos sentimos libres para disfrutar plenamente
el aquí y ahora. Entonces podemos mirar a nuestro alrededor y ver esas cosas
que la angustia, el miedo y la ansiedad nos impedía notar.
Ten en cuenta que el presente es lo único que tenemos para
cambiar el futuro, por tanto, es nuestra posesión más preciada. Nuestro deber
es aprovechar cada minuto, porque no tendremos una segunda oportunidad para
hacerlo.
Vive hoy con la esperanza de que habrá un mañana pero sin
olvidar que ese momento no se volverá a repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario