Los
estados de ánimo y las emociones de ánimo y las emociones están en constante
evolución y cambio. Para la mayoría de las personas estos cambios y
oscilaciones emocionales se enmarcan dentro de unos límites predecibles y ante
situaciones más o menos conocidas, lo que les permite ejercer cierto grado de
control sobre las mismas. Sin embargo otras personas se muestran aparentemente
‘incapaces’ de ejercer cierto control y gobierno sobre sus propias emociones. Bien
por su duración, por su intensidad, por su frecuencia o por su aparente
‘autonomía’, estos sentimientos ‘escapan’ a su control, interfiriendo de forma
significativa en todos los ámbitos de su vida, alcanzando la categoría de
patológicos, con consecuencias potencialmente letales para el sujeto.
La
descripción ofrecida en la propia Clasificación Internacional de las
Enfermedades (CIE-10) o en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-IV) no deja de ser, en la mayor parte de los casos
,una especie de descripción/listado de síntomas-tipo, insuficiente por sí misma
si lo que se pretende es captar la complejidad de este tipo de trastornos
y que la literatura científica es incapaz de reflejar en su totalidad.
Cada
individuo presenta su particular manifestación de la enfermedad. Algunas
personas se caracterizan por presentar períodos de manía de baja intensidad, denominados
como hipomanías, mientras que otros las sufren con extrema violencia. Otros
pueden experimentar estados de ánimo depresivos durante períodos cortos de
tiempo, mientras que otros se sumen en largos períodos de abatimiento. Incluso
en algunas ocasiones, determinadas personas, pueden experimentar experiencias
de carácter psicótico, como delirios o alucinaciones.
Existe
una peligrosa tendencia a asociar un carácter ‘romántico’ a este tipo de
enfermedad. Es conocido que muchos artistas, músicos y escritores han
experimentado estos extremos cambios en sus estados de ánimo. Sin embargo la
realidad de este trastorno es muy diferente. Muchas vidas son arruinadas y de
hecho, si el enfermo maníaco-depresivo no recibe la atención adecuada, la
enfermedad conduce al individuo a poner fin a su propia vida en casi un 20% de
los casos.
Hay
mucha menos investigación sobre los trastornos maníaco-depresivos que
sobre los trastornos depresivos. Además, al ser un cuadro de aparición
relativamente infrecuente, los estudios efectuados en la población general
ofrecen datos estadísticamente menos fiables y significativos que los
realizados sobre otros trastornos. Sin embargo si es posible ofrecer algunos
datos que permitan una primera aproximación a esta enfermedad.
Hombres
y mujeres (a diferencia de otros trastornos afectivos) presentan aproximadamente
el mismo riesgo de padecer la enfermedad, la cual típicamente suele emerger en
la adolescencia o en la edad adulta temprana y continua su progresión a lo
largo de la vida del sujeto destruyendo (en el mejor de los casos) si no recibe
el tratamiento adecuado la vida escolar, laboral, familiar y social del sujeto
y conduciendo (en el peor de los casos) a la persona a poner fin a su propia
existencia.
En
cuanto a su forma de aparición, normalmente el episodio aparece de forma
aguda: los síntomas pueden manifestarse en cuestión de días o semanas. La
duración de los episodios, es muy variable, desde unos pocos días hasta varios
meses, incluso en el mismo paciente. Previamente a la aparición de medicamentos
efectivos, la duración media oscilaba entre seis meses y un año, pero en la
actualidad suelen ser notablemente más cortos -semanas o pocos meses-.Incluso
con medicación, por lo general la duración de los episodios depresivos suele
ser mayor que la de los episodios maníacos.
A pesar
de lo que comúnmente se cree, tanto los niños como los adolescentes
son susceptibles de desarrollar este trastorno, teniendo una probabilidad
significativamente mayor aquellos cuyos padres ya presentan esta enfermedad. A
diferencia de lo que sucede en el caso de los adultos, donde la distinción
entre episodios está mejor definida, los niños y los adolescentes tienden a
presentar oscilaciones, especialmente rápidas e intensas, entre los estados de
ánimo maníacos y depresivos dentro del mismo día con mayor frecuencia que en el
caso de los pacientes de mayor edad. Los niños bipolares presentan una mayor
tendencia a mostrar comportamientos agresivos y/o destructivos. Los episodios
mixtos son especialmente frecuentes entre los adolescentes que presentan el
trastorno maníaco-depresivo.
Los
episodios de manía y de depresión presentan un marcado carácter recurrente
a lo largo de la vida del sujeto. Entre episodios, la mayoría de las personas
con trastorno bipolar están libres de síntomas, pero al menos un tercio de ellos
presentan algunos síntomas residuales. Un pequeño porcentaje de pacientes
experimentan síntomas crónicos, independientemente del tratamiento recibido.
Los
síntomas psiquiátricos característicos del trastorno bipolar son
habitualmente clasificados en una serie de categorías básicas que se enumeran a
continuación.
El
episodio maníaco
hace referencia a un anormalmente elevado, excitado o irritable estado de
ánimo, no relacionado con el abuso de sustancias o atribuible a un trastorno médico,
cuya duración mínima es de una semana, y que incluye una variedad de desajustes
en el comportamiento y en los patrones de pensamiento que provocan un
significativo desajuste en los diversos ámbitos de la vida del sujeto.
En
un episodio maníaco típico, algunos de los siguientes síntomas suelen
estar presentes, hasta el punto de afectar de manera significativa al
funcionamiento normal del sujeto.
- El episodio hipomaníaco no requiere hospitalización.
- El episodio hipomaníaco
no incluye la posibilidad de episodios psicóticos.
En
los episodios depresivos típicos,
por lo general, el enfermo que las padece sufre un estado de ánimo entristecido
y desesperanzado, una sensación de inadecuación y aislamiento profundo junto a
una pérdida de la capacidad de interesarse y disfrutar de las cosas, una
disminución de su vitalidad y de la energía que provoca una reducción de su
nivel de actividad y a un cansancio exagerado, que aparece incluso tras un esfuerzo
mínimo.
A
continuación se presentan algunos de los síntomas más característicos de esta
fase depresiva:
·
Intensos
sentimientos de tristeza y abatimiento.
·
Autopercepción
de inutilidad y poca valía.
·
Pérdida
de interés por las actividades preferidas por la persona.
·
Incapacidad
de experimentar sensaciones/emociones positivas.
·
Disminución
de la líbido/deseo sexual.
·
Sentimientos
de pesimismo y desesperanza.
·
Pérdida
de la reactividad emocional a los acontecimientos y circunstancias ambientales
placenteras.
·
Cambios
significativos en los patrones de sueño,bien por un descenso o un aumento
significativo,sin justificación aparente
·
Irritabilidad
mayor de la habitual.
·
Dolor
u otras sensaciones corporales negativas no atribuibles a algún trastorno
físico.
·
Empeoramiento
matutino del estado de ánimo depresivo.
·
Cambios
en los hábitos de alimentación,bien por un aumento o un descenso
significativo.
·
Dificultades
manifiestas de concentración,memoria y en los procesos de toma de
decisiones.
·
Resentimiento
y frustración injustificada.
·
Sensaciones
de cansancio y agotamiento físico.
·
Perspectiva
sombría del futuro.
·
Sentimientos
de inferioridad e inadecuación.
·
Descenso
significativo de los niveles dicativo de los niveles de energía y
vitalidad.
·
Pérdida
de autoconfianza y autoestima.
·
Sentimiento
de vacio interior y culpabilidad.
·
Ideación
suicida recurrente y/o intentos de suicido.
·
Es
importante destacar que en algunas ocasiones los episodios depresivos o
maníacos pueden ir acompañados por síntomas de carácter psicótico como por
ejemplo:
·
Alucinaciones.Escuchar,ver
o de alguna manera ‘percibir’ la presencia de determinados estímulos que no se
hallan presentes.
·
Ideas
delirantes.Falsas creencias personales no susceptibles a la razón o a evidencia
contradictoria y que no se derivan de condicionantes culturales.
La
Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE-10), sobre este respecto
afirma lo siguiente:
“El grado de aumento de la estimación de sí mismo y las
ideas de grandeza pueden desembocar en ideas delirantes así como la
irritabilidad y el recelo pueden dar paso a las ideas delirantes de
persecución.
En los casos graves pueden presentarse marcadas ideas delirantes de grandeza
o religiosas referidas a la propia identidad o a una misión especial. La
fuga de ideas y la logorrea pueden dar lugar a una falta de comprensibilidad
del lenguaje.
La excitación y la actividad física intensas y mantenidas
pueden dar lugar a agresiones o violencias.
El descuido de la alimentación, de la ingesta de líquidos y
de la higiene personal pueden dar lugar a situaciones peligrosas de
deshidratación y abandono.”
Quizás
los episodios más incapacitantes, desconcertantes e incómodos para el individuo
son aquellos que involucran síntomas característicos de la depresión y del
episodio maníaco y que se pueden presentar durante el mismo día. Son los
denominados episodios mixtos. El paciente se encuentra excitado y ansioso pero
al mismo tiempo también se siente irritable y deprimido en lugar de sentirse
‘en la cima del mundo’. Síntomas de manía y depresión están presentes de forma
simultánea.
De
cara al diagnóstico de un episodio mixto, el Manual Diagnóstico y Estadístico
de los Trastornos Mentales (DSM-IV) ofrece los siguientes criterios
básicos:
“A. Se cumplen los criterios tanto para un
episodio maníaco como para un episodio depresivo mayor -excepto en la duración-
casi cada día durante al menos un período de una semana.
B. La alteración del estado de ánimo es suficientemente
grave para provocar un importante deterioro laboral, social o de las relaciones
con los demás, o para necesitar hospitalización con el fin de prevenir los
daños a uno mismo o a los demás, o hay síntomas psicóticos.
C. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos
directos de una sustancia -p. ej., una droga, un medicamento u otro
tratamiento- ni a enfermedad médica -p. ej., hipertiroidismo-.”
Los
episodios mixtos, en la realidad son más comunes de lo que se creía
inicialmente, particularmente entre la gente más joven, siendo observados tasas
de ocurrencia que oscilan entre un 5-70% según diversos estudios. Los episodios
mixtos, donde la depresión es dominante sobre la manía y la hipomanía está
siendo especialmente reconocida e investigada en la actualidad, a diferencia de
lo que ocurría en el pasado.
Nunca
se insistirá lo suficiente en la necesidad urgente de un diagnóstico
temprano y eficaz de una enfermedad, por definición compleja y de difícil
tratamiento, y con potenciales consecuencias letales para el individuo.
Según
un estudio reciente, el trastorno bipolar es, en la mayoría de ocasiones, no
diagnosticado o diagnosticado erróneamente durante un período de tiempo que, como
media, alcanza los 8 años. Los pacientes no suelen buscar ayuda profesional
durante una media de más de 10 años desde la aparición de los primeros síntomas
y cerca del 60% de los pacientes no son tratados correctamente o tratados de
otras dolencias distintas de las causantes de sus problemas. La inmensa mayoría
de los pacientes con trastorno bipolar experimentan múltiples períodos de recaídas.
El
diagnóstico temprano y acertado, junto con la elección y aplicación del
tratamiento psicoterapéutico y farmacológico más adecuado, son la única medida
viable y con ciertas garantías de éxito, para evitar algunas de las posibles secuelas
que arrastra esta enfermedad.
Es importante
destacar que mas del 50% de los pacientes con trastorno bipolar abusan del alcohol
u otro tipo de sustancias durante su enfermedad. Existe una evidencia
bien conocida de la relación entre el consumo, por ejemplo, de cocaína y la
presencia de un trastorno bipolar subyacente. El alcohol y el abuso de
sustancias son a menudo circunstancias enmascaradoras de esta realidad y que
añaden, si cabe, mayor complejidad al problema.
Por
otra parte, entre las consecuencias negativas derivadas de la enfermedad se
encuentran aquellas más directamente relacionadas con la vida familiar y social
del individuo. El trastorno bipolar añade una cantidad impresionante, a menudo
insoportable, de tensión y exigencia en la relaciones interpersonales.
Destacar
un último aspecto con respecto a las consecuencias que se derivan de un
trastorno maníaco depresivo cuando no es convenientemente diagnosticado y
tratado. El trastorno bipolar puede ser a menudo enmascarado por otros trastornos
psiquiátricos como los trastornos de conducta, la hiperactividad ,el
abuso de alcohol, drogas y otras sustancias, síntomas psicóticos, rasgos
obsesivos, ataques de pánico, personalidad borderline o trastorno por estrés
post-traumático. Condiciones que añaden dificultad en el diagnostico
diferencial del mismo y en el posterior diseño de las estrategias de
intervención más adecuadas en cada caso.
Sin
negar la evidente complejidad en el tratamiento de este tipo de trastornos, no
me gustaría terminar este artículo sin ofrecer, al menos, un mensaje de
esperanza para este tipo de pacientes. La mayor parte de las personas que
sufren un trastorno bipolar, incluso en sus manifestaciones más extremas, son
susceptibles de lograr sustanciales y significativas mejoras en la
estabilización de sus estados de ánimo y en los síntomas derivados, siempre y
cuando sean diagnosticados de manera adecuada y reciban el tratamiento
profesional especializado.
Las
investigaciones más recientes sugieren la combinación de estrategias de
carácter psicofarmacológico (administración de litio junto a algunas drogas
antipsicóticas, anticonvulsivas y ansiolíticas) y psicosocial (psicoterapia
cognitivo-conductual, psicoeducación y terapia familiar/pareja
complementaria),mantenidas durante períodos prolongados de tiempo por el
especial carácter recurrente de la enfermedad, como la estrategia
terapéutica más eficaz y con mayores probabilidades de éxito para lograr la
recuperación del paciente aquejado por el trastorno maníaco-depresivo o
trastorno bipolar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario